viernes, 22 de mayo de 2015

sin memoria

Cuando tenia 8 años vi llegar a mi hermano mayor en un ataúd gris. A través del vidrio del cajón vi su cara hinchada y los gritos de mi madre me decían que era él y que estaba muerto. Aun a pesar de todo lo experimentado en aquel triste día, yo, semanas después me seguía sentando en la puerta los sábados en la tarde con la esperanza de verlo llegar.
Cualquier figura a la distancia me hacia creer que todo era una mentira y que mi hermano llegaba para sorprender a todos.
Yo esperé y esperé, por meses, como un perro sin memoria.
Sé ahora que mi problema no es de memoria, sino de esperanza, en lugar de dejar ir, me aferraba a la idea de que vendría de alguna manera.
Hoy contemplo mi corazón desde la lejanía del análisis personal y entiendo que aún sigo esperando a que tu amor ausente se vuelva realidad. Sigue el perro sin memoria viendo el horizonte a la espera de tus ojitos tristes y tu bella sonrisa. Y en la inmensidad del paisaje no hay rastros de ti, no vendrá tu sombra a tocar mis historias, no vendrás, no vendrás.
Y en lugar de colocar una rosa en el ataúd de tu recuerdo y verla bajar al olvido, ahuya mi corazón a la luna menguante y escribe algo para ti, sin memoria, sin ataduras, sin nada.

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