Es un dolorsito pequeño en el alma,
una mínima dolencia que no se de dónde sale
o en verdad no sé de dónde es que viene
o dónde es que me duele
o si es que hay razón o dolor
o si es que soy yo quien le duele en el vacío interminable a alguna soledad que me lleva a sus espaldas.
Ciertamente nadie me responderá, ni siquiera el dios que mira al otro dios de reojo, ni siquiera tu.
Ni siquiera tus ojitos pequeños, constelaciones mas altas.
Ni siquiera tus suspiros como escapes de soledades mas complejas, ni siquiera el eco de la noche en el abismo nocturno.
Ni siquiera el fuego que dejó el beso de un martes por la noche.
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