-No me escribas cuando llegues a tu casa; no digas que fue lindo ni nada de eso...por favor.
-No
te preocupes, no lo haré. Lo prometo.
Cerré
la puerta y mil palabras se retorcían en mi cabeza, en mi estómago, en mis
manos. Quería decirle que cuando aparta su cara por un beso mío es como cortar
el aire con mi soledad. Que ese día, aunque llevaba pegado su olor en mi
cuerpo, que aunque sus besos fueron míos y más que su cuerpo su mirada. Yo no
me llevé nada. Todo se lo dejé. Quizá con el pretexto de volver por ello.
Y vuelvo,
vuelvo, vuelvo. Como el viento que da la vuelta y sale por la ventana de su
cuarto; como la respiración del mundo, como el árbol caído cuyas hojas aun
rozan el cielo.
No sé
hasta cuando, no sé hasta dónde, vuelvo. Aunque sienta que solo puede amarme
desde la otra calle, sin cruzar la calle; con poco ruido y mil silencios.
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