domingo, 4 de octubre de 2015

Siempre en la mirada.

Entre la lluvia menuda de aquella hora y el rechinar de los automóviles iba cayendo la noche. El vidrio se empañaba. Ya no era lo mismo, lo sabía, empuñaba las manos debajo del bolso y aguantaba una ganas viejas, retenidas, retorciendo los dedos para mitigar el momento.
La miraba a su lado, sus ojos oscuros y distantes, no miraban más que al parabrisas. No había duda de la ausencia infinita que ahora les separaba después de tantos días.
Por qué será que más que en ninguna parte la ausencia real y completa se termina notando siempre en la mirada?

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