Tu boca entre abierta llamándome, tus ojos cerrados, tu piel, tus besos subterráneos, los barcos de mis manos navegando en tus aguas, tu temblor, tu respiración cargada de lluvia y estrellas; tus ganas, las mías.
A lo largo de tu cuerpo, el mío. Buscándonos desesperadamente en la oscuridad. Encontrándonos, soñándonos, olvidándonos, nos, nos, nos, las terminaciones de las palabras que nos unían y luego otras.
Tú, abriéndote a mi cielo, cayendo sobre mí, derramándonos, perdiéndonos por completo en pequeños gritos, en pequeños silencios.
Agudos y perfectos cuerpos iguales, con los labios llenos de cerveza y de vino. Afuera nada, adentro? Yo, tu, o al revez o en todas las formas, como las figuras que hacía tu lengua entre las ranuras cósmicas de mi soledad.
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