lunes, 26 de octubre de 2015

Que bueno es saber que no soy el amor de tu vida.

Que bueno es saber que no soy el amor de tu vida. Fue imposible para mi, ya  ves como soy de torpe a veces.
No tengo esa astucia necesaria para herir, para mentir y mucho menos para quererte menos de lo que podría.
Que bueno es que no me quisiste, que no me quieras, porque al mirarte, al mirar tus ojitos tristes y pequeños, considero que hacerte daño sería herir mi propia eternidad, y eso, mi cielo, eso es trabajo de ese amor que decidiste acoger con tu propia vida.
Y no creas en mi último mensaje, porque ya no te estoy esperando, no espero nada, es mejor así, a veces es mejor.
Ahora sólo espero aprender otros acordes, porque mi guitarra está ya cansada de los mismos dos y de oxidarse sola en la pared de mi cuarto.
Sonríe, que la vida te esta fotografiando todo el tiempo.

viernes, 9 de octubre de 2015

Estar cansado, cansado de todo.

Estar cansado, cansado de estar sólo, de estar acompañado, de respirar a veces y de que otras veces te falte el aire.
Ser una pequeña hoja seca en medio la brisa de octubre, ir de un lado a otro sin saber si tu sitio al fin está en todas y en ninguna parte a la vez.
Una vez tuve un mal amor, era cruel y olvidadizo, no pudo detener el peso de mis besos y me dejó caer junto a las rocas de la playa. Luego tuve un buen amor, de esos que te hacen creer que serán por siempre y que son tan, pero tan buenos, que no puedes odiarlos porque son despiadadamente buenos, cruelmente buenos, de esos que te sostienen la caída, pero igual te caes.
Desde acá abajo sin reproches ya, aceptando el tiempo y la muerte a las espaldas, se ven con mayor atención las cosas que pasan: las rasgaduras del tiempo en el corazón, la mancha de amor que llevan los árboles en sus tallos marrones, la ligera marcha de los cangrejos, los pensamientos de las grices estatuas de todas las plazas y los espasmos del corazón cuando viene saliéndose por los ojos.

lunes, 5 de octubre de 2015

En la noche

Tu boca entre abierta llamándome, tus ojos cerrados, tu piel, tus besos subterráneos, los barcos de mis manos navegando en tus aguas, tu temblor, tu respiración cargada de lluvia y estrellas; tus ganas, las mías.
A lo largo de tu cuerpo, el mío. Buscándonos desesperadamente en la oscuridad. Encontrándonos, soñándonos, olvidándonos, nos, nos, nos, las terminaciones de las palabras que nos unían y luego otras.
Tú, abriéndote a mi cielo, cayendo sobre mí, derramándonos, perdiéndonos por completo en pequeños gritos, en pequeños silencios.
Agudos y perfectos cuerpos iguales, con los labios llenos de cerveza y de vino. Afuera nada, adentro? Yo, tu, o al revez o en todas las formas, como las figuras que hacía tu lengua entre las ranuras cósmicas de mi soledad.

domingo, 4 de octubre de 2015

Siempre en la mirada.

Entre la lluvia menuda de aquella hora y el rechinar de los automóviles iba cayendo la noche. El vidrio se empañaba. Ya no era lo mismo, lo sabía, empuñaba las manos debajo del bolso y aguantaba una ganas viejas, retenidas, retorciendo los dedos para mitigar el momento.
La miraba a su lado, sus ojos oscuros y distantes, no miraban más que al parabrisas. No había duda de la ausencia infinita que ahora les separaba después de tantos días.
Por qué será que más que en ninguna parte la ausencia real y completa se termina notando siempre en la mirada?

jueves, 1 de octubre de 2015

Despierta.

...entre tanto el tiempo se devora su piel, sus manos, sus sueños. La soledad descubre nuevos imsomnios y en la oscuridad de la noche escucha el sonido de su sangre por todos los rincones de la casa.

M -Estas sola, sola, sola e irremediablemente despierta, con tus ojos abiertos al abismo.
Nadie va a venir a salvarte, nadie se lanzará en picada por ti, nadie.
H- Sí, así es, y ya han pasado 32 inviernos.