domingo, 29 de marzo de 2015

Diálogos una hora antes de oscurecer.

Hache me dijo un día que había leído un libro de Cioran y que en uno de sus apartes había encontrado una reflexión sobre la tristeza y la nostalgia. Me dijo que según el autor cuando uno esta triste, suele saber la razón por la cual está triste. Pero, cuando uno esta nostálgico, nunca sabe la razón exacta por la cual está nostálgico.
En un intento por  distinguir estos dos sentimientos, Hache hizo un análisis rápido de dos sitúaciones, me dijo:
-Hace algún tiempo mi mejor amigo se fue a vivir a otra ciudad. Supe que se iba un día anterior a su partida. Mientras me abrazaba, sentí unas ganas tremendas de llorar y un sentimiento autoritario cubrió mis ojos de una humedad un poco extraviada. Un aletazo de un pájaro moribundo que venia de alguna dimensión oscura me golpeó el pecho, en el lugar exacto donde seguramente se esconde el alma. Estaba triste, sabia que estaba triste porque nuestra amistad de tantos años de pronto empezaría a ser quebradiza como azucar, lejana y dispersa.

Para explicar la nostalgia, Hache se asomó a la ventana y apuntó con el dedo índice el cielo que empezaba a oscurecerse con las primeras aguas del año y me dijo:
-Ves el cielo? Me hace recordar una tarde de octubre, cuando estaba en la casa de...-
Permaneció un momento en silencio y de inmediato supe de quién hablaba, pero como yo sabia todo lo que le costaba ese nombre, antes de que lo pronunciara le di un golpecito en el hombro y después de respirar profundo y saltarse las 5 letras, prosiguió:
-Estaba lloviendo y yo debía irme a trabajar, pero aun así,  ni todas las excusas del mundo  me impidieron quedarme. Hablamos toda la noche y dormimos en un abrazo que a ratos era mío y a ratos de ella.
Ese día fue hermoso. Por algún tiempo, desde que ya no la veo, me acordaba de eso y me ponía muy triste porque sabia que nunca volveriamos a coincidir tan bellamente. Ahora, cada vez que se oscurece el cielo una hora antes de anochecer, siento que algo dentro de mí se nubla también. Y no se si es que extraño ese recuerdo, si la extraño a ella, o si extraño lo que era yo en ese entonces. Pienso en mis días de infancia y la libertad de esperar la lluvia a la hora que fuera. Pienso en cuantos aguaceros vimos caer sin conocernos, y mi amor se dispersa en tantos momentos, días, horas, pedazos de mi que deambulan por tantos lados, y me siento como ahora: nostálgica; extrañandome y extrañandola y extrañando ese pedazo de mi cuerpo que fue mutilado hace billones de años y que no sé cuál es y que no sé qué es y que no sé dónde está, o si volveré a verle o si moriré perdida o si ya estoy completa o si aun me hace falta aunque ya no lo necesite, aunque aún me duela un poco.
Esta vez el mismo pájaro vuelve a golpearme. Pero, ahora no sé dónde es que me golpea.


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