Le taparon la boca, le cerraron los ojos, y le salían las palabras por las manos.
Le cortaron las manos, la pusieron al sol, y le salían las palabras por los poros.
La quemaron viva y enterraron sus cenizas, y al final de la tarde explotó el aire en fuego fatuos que lanzaban palabras de fuego y que sólo podieron leer los niños.
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