lunes, 10 de diciembre de 2018

La casa está cerrada, una cerca de alambres y un letrero remarcan al nuevo dueño.
Pesuñas de ganado compactaron la tierra negra y fértil que criaba guayabos y naranjos. La maleza, dueña y señora triunfante sonríe desde la ladera.
Ya nunca mas fuimos a nuestra casa, se borraron nuestros pasos en los caminitos de tierra. Uno a uno salimos huyendo del dolor y del miedo.
A veces los fantasmas se asoman, pero no les queda mas que seguir su triste aleteo en la oscuridad.
Me pregunto, a veces, si ellos sabrán lo que pasó, lo que nos pasó, lo que les pasó.

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