Entre cruzados sus dedos
un ojo veía desde su mano, el ojo del mundo se asomaba por entre las rendijas de su imagen.
Un bolsito de escamas mágicas llevaba consigo
No tenía rostro, pero nos veía a todos con otra pupila
Y yo desde el fango sacando piedras de tigre, buscaba su cara desesperadamente
Cuántas horas buscándola y la encontré en aquel poema, por un segundo,
Y al volver a mirarla no estaba
Dedo índice escondido ocultaba la intención de la diosa.
No señalaba a nadie, pero los veía a todos sin que nadie lo notara
Bajo el fango está el secreto mío
y el de ella en las estrellas.
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