Un paso, dos, la lentitud de la calle, el bullicio, la gente que pasa, pensamientos fulgurantes como asteroides de imágenes, levanto la mirada: tu pelo, tus ojos, tus ojos, una y otra vez. Todo desaparece, TODO...
UN SILENCIO Y UN INSTANTE, TU MIRADA Y UNA SONRISA DEMENCIAL. ESTRUENDOS EN MÍ.
Hizo tanto ruido tu mirada, revolviéndose en mi de nuevo como el tiempo en que te amé- infinito-
No hubo poesía, ya casi no queda poesía en mí, más que estos vestigios que escribo ahora. Esto y un relámpago que atravesó mi pecho, y el temblor inexplicable que aún después de algunas horas sigo sintiendo en mis piernas.
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