Después de tanto tiempo si saber de ti, sin verte; parece que el olvido no entiende de tiempo, no distingue entre tu cuerpo y el mío, tan lejanos, tan distantes, de pensamiento y de piel. Tan impensables como dos galaxias lejanísimas, sin ningún amigo en común, sin ningún lugar en común, sin nada en común ya; con tan solo este sueño recurrente dónde te hablo al oído y me sonríes, donde despierto y sé que nada es cierto, pero te sigo extrañando, como el primer día.
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