Ya me han dejado ir otras veces, ya me han devastado el alma, ya me han robado el sueño y la alegría, no te creas que vienes a traerme algo nuevo y raro. No creas que este árbol no ha mudado ya todas sus hojas, no te lo creas.
Ya me han enganchado a la melancolía con el mismo cinismo con el que dices: "no quiero herirte" cuando la herida ya estaba hecha desde el mismo instante en que te conocí.
Intento acostumbrarme a mi, al silencio del teléfono y a los orgasmos pequeños.
Un sólo plato, una sola copa de vino rojo y en la ventana el sueño rebelándose como las gotas de lluvia.
Y en la puerta el timbre que ya no suena, el perro que no ladra, las flores que se murieron, las cartas borradas y las fotografía como testimonios crueles de un dos que ya es sólo uno.
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