Amanecí pensando en ella, como nunca, como si ella también pensara en mí. La poesía se fue, solo quedó su recuerdo 

La muerte

Amaras a esa persona por siempre, aunque su forma inicial ya nunca más vuelva a ser la misma.

Nunca se está preparado para la muerte, por más que se entrene en el dolor.

Conversaciónes con mi "alterego"

-¿Puede una escribir un poema certero a una mujer a la que le ha escrito toda la vida sin conocerla?
-¿Puedes poeta entrenada entre pálidos sueños y besos de muchas, cantarle unas líneas distintas y bellas?
Golpear entre mundos, saltar los planetas, viajar en el tiempo, contar las estrellas?
Soñarla desnuda, beber de su vientre  letal ambrosia.
Calmar la tristeza, soñarla de nuevo como quién diría:
Me inclino hacia el peso izquierdo de mi trance, más despierto en el techo y mi cama?: "Vacía"
-¿Puedes tu, poeta entrenada por muchos amores, lograr que te mire y recuerde tus besos?
<Me detengo en la noche, miro el cielo, la luna muerta agrietada por rocas más distantes.
cuántos años pasaron ahora?
Flotas poeta en el universo como un halo de luz en la boca del mundo y sigues pensando en ella y sueñas que un día se cruce por tu lado y se detenga, por fin se detenga y te mire.
-¿Podrás entonces mujer de mil sueños, escribirle unas líneas y hacer que se quede?
-No, Helena, no. Solo que me mire.

Todo está en el bosque que ves y en el que está dentro de ti, en uno de los dos te puedes perder, pero solo en uno te podrás encontrar.

Bajo el fango

Entre cruzados sus dedos
un ojo veía desde su mano, el ojo del mundo se asomaba por entre las rendijas de su imagen.
Un bolsito de escamas mágicas llevaba consigo
No tenía rostro, pero nos veía a todos con otra pupila
Y yo desde el fango sacando piedras de tigre, buscaba su cara desesperadamente
Cuántas horas buscándola y la encontré en aquel poema, por un segundo,
Y al volver a mirarla no estaba
Dedo índice escondido ocultaba la intención de la diosa.
No señalaba a nadie, pero los veía a todos sin que nadie lo notara
Bajo el fango está el secreto mío
 y el de ella en las estrellas.

La casa está cerrada, una cerca de alambres y un letrero remarcan al nuevo dueño.
Pesuñas de ganado compactaron la tierra negra y fértil que criaba guayabos y naranjos. La maleza, dueña y señora triunfante sonríe desde la ladera.
Ya nunca mas fuimos a nuestra casa, se borraron nuestros pasos en los caminitos de tierra. Uno a uno salimos huyendo del dolor y del miedo.
A veces los fantasmas se asoman, pero no les queda mas que seguir su triste aleteo en la oscuridad.
Me pregunto, a veces, si ellos sabrán lo que pasó, lo que nos pasó, lo que les pasó.