Hace mucho tiempo que el olvido llegó hasta mí, el mismo dia que tomándolo por un ala lo azoté contra una roca y lo escondí debajo de mi almohada.
Cada mañana lo reviso a ver si sigue ahí y aleteando me golpea en la cara.
Repito este mismo ejercicio mortal cada dia, como para seguir caminando, como para seguir sonriendo. Pero este olvido, y tu muy bien lo sabes, aunque nunca lo diga, nace mil veces como la maleza en mis entrañas de tierra, en silencio y sin nombre.
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